Como lo ponemos en práctica, un libro artesanal no es una mera suma, un simpático montón de sedimentos y accidentes: cada uno, cada vez, una vasta colaboración. Cada uno, cada vez, ligeramente distinto. Sus partes, también las otras cosas que sean; el papel, la tinta, el hilo, el cartón, la cartulina. La palabra. Un libro artesanal está repleto de lo que no es: desborda, integra los otros mundos, implica pero exhibe su puesta en relación. Está repleto de que pudo no haber sido. De que no será. Donde calla, comunica. Un libro, pues, tránsito, una reunión, y su llegada, la puesta en común, la extiende. Vario, interino, fluido, amable: fuerte.
Una organización equilibrada, horizontal: sea también una flor para sus dones, una invitación a repetirlos y repartirlos.
Un libro artesanal nunca será obligatorio, ni demasiado.
Un libro artesanal es un gesto amoroso y hondo, algo que se convida y una apuesta a favor de vuestra existencia, a que algo nacerá en usted; a que usted, luego, lo compartirá.